Querida mamá, mis días se han convertido en una gris acuarela.
Me despierto cada mañana esperando que sea el último, pero nunca lo es. Mis amigas empezaron a dejarme de lado el mes pasado, y he empezado a ir con un grupo de chicos y chicas que se reúnen todos los días en el cementerio de Nothing Hill. La verdad es que yo no voy con ellos porque esté triste, si no porque allí es donde me siento más viva. Mi nuevo grupo de amigos me está ayudando mucho, me hacen entender que el suicidio no es la solución a todos mis problemas y que no soy la persona más desgraciada del mundo.
El otro día, cuando estábamos en el cementerio contando historias de miedo, apareció un chico: iba vestido de negro y llevaba colgando de sus pantalones unas largas cadenas de metal. No pude evitar fijarme en sus ojos de color café y en su piel lívida.
Le pregunté a mis amigos si lo conocían y para mi sorpresa la respuesta fue escalofriante, sorprendente, inquietante... y a la vez la que menos esperaba.
Mamá, me he enamorado de un fantasma.
-Miyuki